María Montessori: la mujer que cambió la educación

María Montessori es hoy en día un referente que se convirtió ya en su tiempo en un fiel reflejo de los intereses y capacidades de la mujer por formarse, por defender la educación y por cambiar las cosas para un mundo nuevo, más igualitario y más feliz.

Muchas son las cualidades intelectuales y pasiones que tuvo María, entre ellas su destacada lucha por alcanzar la profesionalización en una sociedad completamente adversa para las mujeres fuera de la intimidad del hogar. Su esfuerzo por demostrar su potencial y su esfuerzo en un mundo público que le era reservado a los hombres la hizo merecedora del título que obtuvo como primera mujer en alcanzar la licenciatura de medicina de la Universidad de Roma, “La Sapienza”, Italia, donde finalmente se graduaría con honores en el año 1896.

A partir de ese acontecimiento Montessori no paró en su lucha por seguir aprendiendo y eliminando barreras y así sus éxitos profesionales siguieron creciendo, estudiando con éxito también otras disciplinas como la Antropología, un Doctorado en Filosofía y estudios de Pedagogía, siendo esta última la profesión que la cautivaría definitivamente y por la que hoy es más conocida.

 

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Y es que en ese mundo, el de la Pedagogía, es donde María encontraría el sitio donde colocar de manera más profesional sus esfuerzos y toda su prolífica formación académica. Así, con gran madurez y aprovechando dichas habilidades intelectuales, María decidió centrarse en el mundo de los niños y de su educación. Pero conozcamos un poco más, a continuación y con más detalle, qué hay detrás de la figura de Montessori y de todo su proyecto educativo.

 

María Montessori: vida privada y acción social

Montessori fue una persona exitosa no solo a nivel académico, sino también profesional posteriormente. Sus distintas ocupaciones y sus progresivos cursos le fueron permitiendo poco a poco elevar su nombre hacia lo más alto, aunque nunca fuera esa su intención. Por ejemplo, su habilidad para relacionarse fácilmente con el público le permitió representar a Italia en diferentes congresos nacionales e internacionales, a menudo en pro de la lucha feminista en ciudades como Berlín y Londres.

Con un único hijo, Mario, criado prácticamente en soledad, María siguió andando el camino y sorteando todas las dificultades existentes, sin abandonar nunca su profunda fe católica y sus convicciones. María se mantuvo siempre cerca de los más desfavorecidos, participando y liderando diferentes obras de caridad muy propias de la época, y ese contacto con la realidad pudo ser buena parte del germen de su gran sensibilidad y empatía con el resto de la sociedad, especialmente con los niños, los más desprotegidos.

 

El camino hacia el cambio de la educación

Pero el interés concreto que manifestó Montessori por la educación nació cuando empezó a entrar en contacto con niños con deficiencias neurológicas, carentes por completo en aquella época de una atención de calidad. Su avanzado y cuidadoso método de observación le permitió darse cuenta de que podía aplicar técnicas educativas para el desarrollo de las potencialidades de dichos niños, así como del resto, y decidió dar forma a un proyecto que trabajara concienzudamente en ello, volviendo al mismo tiempo a las aulas para estudiar Psicología y dotar de mucha más calidad y profesionalidad a aquel reto.

Poco tiempo después María identificó inmediatamente la necesidad de modificar la metodología y la psicología que imperaba en el mundo de la educación y, gracias a su experiencia previa, logró fundar su propia casa de estudios llamada “La Casa de los Niños”, en la que desarrolló su método experimental que hoy conocemos como “Método Montessori”.

Claves del conocido como método Montessori

Según Montessori, la clave está en permitir a los infantes descubrir los secretos que tiene el mundo guardado para ellos de una manera natural. En este sentido María fijó una premisa, la cual consistía en que los niños en sus primeros 3 años de vida tienen un aprendizaje natural que puede hacerse sin esfuerzo, lo que quiere decir que todo lo que puedas enseñar a tus hijos o alumnos de esa franja de edad lo aprenderán de manera orgánica, ya sea en forma de teoría o de práctica más o menos divertida, como por ejemplo a través del juego.

 

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Otras claves de su método se centraron en comprender:

 

  • Periodos de crecimiento y asimilación de cambios.
  • Periodos sensitivos, de adaptación y reconocimiento.
  • La capacidad de la mente absorbente.
  • La influencia del ambiente en el aprendizaje.
  • La libertad para ejecutar las tareas.
  • Estructura y orden de las cosas para estimular la motricidad.
  • Realidad y naturaleza como el mundo que nos rodea.
  • La influencia del educador sobre el grupo de niños.

 

María Montessori dejó una huella imborrable en la metodología de la educación infantil con su empeño y con su capacidad para esforzarse y persistir, hasta tal punto que sus estudios e investigaciones fueron puestos al servicio de la educación en gran parte del mundo y siguen estando de plena actualidad. Pero dicho esfuerzo, empeño y dedicación también sería reconocido en su época, a través del certamen de los Premios Nobel al que fue nominada en 1949, 1950 y 1951, o con el título de “Honoris Causa” otorgado por la Universidad de Ámsterdam.

Sin duda, un auténtico ejemplo para padres, educadores…y para toda la sociedad en general.

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