Cuando los maestros hablan del “alumno” como genérico, no deben olvidarse de que en realidad se trata de un concepto muy amplio que puede abarcar muchos tipos de situaciones. Esto quiere decir que es preciso hablar del “niño” en su totalidad, y hacerlo implica ser conscientes de que, como seres humanos, pueden tener vidas complejas llenas de numerosos y distintos intereses, alegrías, pasiones, experiencias, temores, necesidades y esperanzas. Pero en algunos casos, además de todo eso, puede ser que también haya experiencias traumáticas, ya sea en el pasado o en curso, y es importante ser conscientes de estas diversas realidades a la hora de interactuar y trabajar en clase.
Aunque puede no ser fácil, existen determinados mecanismos por los cuales un profesor puede tener diversas formas de descubrir cuándo un alumno está pasando o ha pasado por un mal momento. Podemos informarnos a través de los padres, de diferentes agentes sociales o incluso a través del propio alumno en cuestión. Pero, una vez recibida esa información, ¿qué más se puede hacer? Pues, aunque no se trata de que dichos problemas sean responsabilidad de un maestro ni que esté en su mano solucionarlos, sí que existen varias pautas y recomendaciones a seguir en el aula para que los problemas nunca sean motivo de aislamiento social o de fracaso escolar.
Consejos para apoyar a estudiantes en situaciones complejas
- Absorber la información y controlar las emociones
Si eres profe y te encuentras con una situación de este tipo en alguna de tus clases, tómate el tiempo que necesites para procesar tu propia respuesta y para aprender sobre el trauma o el problema. Todos escuchamos y respondemos de diferentes maneras a las experiencias de nuestros estudiantes en situaciones difíciles, por lo que no te angusties pensando que solo existe una forma única de enfrentarse a ello, aunque sin duda una de las mejores formas de hacerlo es procesando bien las emociones propias que puedan surgir ante el caso y, una vez controladas, comenzar a trabajar en la ayuda o atención al estudiante. Esto es importante porque para ayudar a los demás es necesario que nos encontremos bien nosotros mismos.
- Trabajar la empatía y la comprensión emocional
Recuerda que la verdad objetiva no es importante en comparación con la verdad emocional de un estudiante. Como maestro/a, tu función no es investigar los detalles del problema o del trauma ni cuestionar la forma de expresarse y comunicarse del estudiante o la familia al respecto, sino comprender. Los seres humanos respondemos de una gran variedad de formas a los factores estresantes de la vida, por lo que es mejor gastar el tiempo en comprender cómo responde emocionalmente un estudiante a su experiencia traumática y cómo esa respuesta emocional puede afectarle en su entorno y desarrollo escolar.
- Tener claro el papel a ejercer como docente
Una verdadera comunidad de apoyo dirigida al estudiante requiere de ciertos roles diferentes, dependiendo de la situación: maestros, trabajadores sociales, profesionales de la salud mental, familias…todos son importantes y deben ejercer un papel en la ayuda al estudiante que sufra problemas. Por eso no olvides que, como profesor, no debes asumir nunca todos los roles, ya que ni es saludable ni es el cometido de un docente. Por eso, si no se cuenta en un principio con el apoyo de la familia o de otros profesionales, consulta con la junta directiva del centro escolar para organizar esa toma necesaria de contactos lo antes posible.
- Comprender las actitudes asociadas a problemas
Una vez que hayas adquirido un cierto entendimiento de la situación y de cómo está afectando al estudiante, replantéate si se dan en ese alumno “conductas problemáticas” o situaciones en el día a día o en los resultados que puedan estar relacionadas. Por ejemplo: en lugar de ver el comportamiento agresivo o grosero de un estudiante como una gran falta de respeto intencionada, piensa si puede ser una forma de autorregular su problema o inestabilidad emocional. A veces incluso puede tratarse de otro tipo de conductas o comportamientos, como la hiperactividad o la ensoñación y la dispersión en el aula, sin que tenga que ser siempre conductas violentas o problemáticas. Al comprender los impactos de los traumas, podrás reconocer mejor el papel de cada alumno en el aula y la forma de exteriorizar sus pensamientos o preocupaciones y miedos, facilitándose con ello la búsqueda de una solución con respecto al rendimiento académico. O lo que es lo mismo, una vez que nos replanteamos estos comportamientos por nosotros mismos, podremos responder al problema central en lugar de al comportamiento en sí mismo.
- Usar un lenguaje simple y desarrollar estrategias
Los estudiantes pueden desarrollar una sensación de seguridad cuando varios adultos en sus vidas responden de manera consistente a sus inquietudes. Por eso es importante usar un lenguaje común y sencillo y ofrecer un buen conjunto de estrategias, porque esto puede ayudar a un estudiante a internalizar formas más positivas de abordar los desafíos. Incluso sin coordinar estrategias específicas, una buena capacidad de empatía y de trabajo común hacia los estudiantes puede ayudar mucho y ser muy eficaz. Practica el respeto mutuo y la respuesta poco a poco irá siendo cada vez más rápida, sincera e incondicional.
- Aprender de otros profesionales y expertos
Si bien cada alumno responde de manera diferente al trauma o al problema, hay muchos recursos disponibles para comprender mejor los impactos de cada caso, así como las formas de brindar apoyo dentro y fuera del aula. Lo fundamental es desarrollar habilidades sociales y emociones positivas para facilitar ese acercamiento y esa comprensión tan necesaria, pero si ves que aun así no logras derribar todas las barreras, no dudes en preguntar de una forma más directa al estudiante. Plantéale cosas como: ¿qué necesitas para sentirte apoyado? ¿Qué haces cuando te sientes mal o tienes dificultades? ¿Cómo puedo ayudarte? Puede que muchos estudiantes no logren captar tu trabajo y tus estrategias si no te relacionas de una forma más directa, por lo que esto siempre es una oportunidad para llegar a estudiantes más tímidos o encerrados en sí mismos.
- Favorecer siempre la buena comunicación y la cercanía
En definitiva, la cercanía y la buena comunicación son las claves fundamentales en la búsqueda del éxito en este tipo de casos, así como el trabajo de resiliencia. Es cierto que todos tenemos problemas y no se trata de que los profesores se conviertan en súper héroes que impidan que un niño sufra, sino el ser capaces de ver más allá de la fachada y de la pose del día a día, para que duchos problemas no repercutan en el desarrollo escolar de un niño ni en su forma de socializar.
Los estudiantes se benefician siempre cuando alineamos cuidadosamente nuestras estrategias y apoyos con nuestra mejor comprensión y comunicación. Por eso, aunque es difícil descubrir que nuestros estudiantes puedan estar sufriendo, ser más cercanos siempre nos abrirá las puertas a ese conocimiento y a esa información tan valiosa, facilitando el primer paso para la ayuda y el avance por el camino del aprendizaje y la vida escolar.